Amenaza en el mar: Florecimientos algales nocivos

Amenaza en el mar: Florecimientos algales nocivos

El silencio sobre el camino de terracería que conduce al poblado de San Buto en Baja California Sur, México, advierte sobre la incertidumbre que viven aquellosque se dedican alas artes de pesca y cultivo en el océano. No es la primera vez que el gigante tapete rojo quese extiende sobre el mar ha devastado el patrimonio de sus casas construidas de cartón ybloques grises. El miedo crece entre los habitantes cuando observan que sus costas han sidoinvadidas por otro florecimiento algal tóxico, conocido como marea roja.

Margarita Pérez y Rosalío Gómez son la prueba del poder destructivo que tiene la marea roja en este pueblo pesquero, en donde el matrimonio cultiva ostión, callo de hacha y almejacatarina desde hace cinco años. En 2019, la marea roja mató su cosecha de 100 mil ostiones. Perdieron un año de mano de obra y los ahorros de una vida que arriesgaron al invertir todosu dinero, 200 mil pesos, en suministros acuícolas.

Aunque este fenómeno natural siempre ha existido, desde hace aproximadamente tresdécadas la comunidad científica internacional ha detectado que la frecuencia, duración ytoxicidad de los florecimientos algales se ha intensificado en algunas zonas del mundo. También se han registrado especies de microalgas en lugares en los que no era común encontrarlas.

Las mareas rojas son generadas por la multiplicación excesiva de las microalgas que viven suspendidas en el agua de los océanos. Su color puede ser rojo, café, verde o amarillo; incluso pueden ser bioluminiscentes o incoloras. Su proliferación está influenciada por factores comola radiación solar, fuertes vientos y el exceso de nutrientes en el agua—principalmentenitrógeno y fósforo—presentes en el ambiente, pero también en los residuos de lasactividades humanas. Además, la comunidad científica está estudiando los efectos delcambio climático sobre este fenómeno.

En demasía, algunas microalgas pueden agotar el oxígeno que se encuentra disuelto en elagua alterando las condiciones fisico químicas de su entorno o producir altas concentracionesde biotoxinas dañinas para la fauna marina y las personas. Esto está poniendo en riesgo lasalud pública, el medio ambiente y las actividades económicas, como el turismo y la pesca,que dan sustento a millones de familias en México. Pese a ello, las dependencias encargadasde atender y prevenir su potencial efecto devastadorno han contado con los recursossuficientes o la voluntad para llevar a cabo estas tareas.

A nivel nacional, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios(COFEPRIS), es la autoridad encargada de monitorear los cuerpos deagua costeros y deemitir vedas sanitarias ante la ocurrencia de florecimientos algales nocivos, además deatender las emergencias provocadas por los mismos.

La dependencia incluso cuenta con un Plan de Contingencia para el Control de Biotoxinas Marinas, un documento presentado en noviembre de 2015, que quedó a cargo de su DirecciónEjecutiva de Programas Especiales, responsable de almacenar y sistematizar los registroscronológicos de los eventos de marea roja, resultados de análisis de fitoplancton, biotoxinasmarinas, así como de los casos de intoxicación y defunciones asociadas a estos fenómenos.

Sin embargo, tras seis años de operación, el plan carece de indicadores y resultadospublicados. A la fecha, el instrumento ha servido como un marco normativo que obliga atodos los estados a monitorear y presentar informes a COFEPRIS, pero estos no han sidodivulgados ni tampoco se encuentranen la Plataforma Nacional de Transparencia. Algosimilar sucede con los registros a nivel local, monitoreados tanto por la comisión nacional, como por las comisiones estatales.

La marea roja que mató el cultivo de Pérez y Gómez en 2019 fue uno de tantosflorecimientosalgales nocivos atendidos por la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS) de Baja California, pero no aparece en los registros de vedas de lainstitución a nivel Federal, pese a la letalidad que generó.

Especialistas del Centro de Investigación Biológica del Noroeste (CIBNOR) y el Centro deInvestigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), así como lospescadores señalan que el plan de contingencias, que incluye monitoreos, registros e implementación de vedas, no ha funcionado por falta de recursos presupuestales y científicosde la COFEPRIS.

Por otra parte, los datos proporcionadospor esa dependencia federal revelan que, de 2015 a2021, la frecuencia de vedas por riesgo de toxinasparalíticas en los mariscos aumentó en losestados Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa, región que aporta más de lamitad de la producción pesquera nacional.

Por eso hay temor en San Buto y en otras comunidades costeras aledañas que yahan sidoimpactadas por este fenómeno en los últimos tres años.

Sin dinero, los pueblos pesqueros se arriesgan a perderlo todo

Entre elolor a leña quemada y con el sol que castiga a las localidades del Pacífico en elverano, Pérez relata que no se han podido recuperar económicamente de la pérdida que lesocasionó la marea roja. En 2020 había esperanza, pero la Covid-19 se las arrebató prontopues a pesar de que lograron una cosecha de 100 mil ostiones, la pandemia afectó la distribución del producto.

El 2021 trajo más incertidumbre a su hogar. Desde principios de junio, autoridades sanitariasde Baja California Sur ordenaron la suspensión de actividades pesqueras por la presencia deuna nueva marea roja. Por tercer año consecutivo, su familia estuvoen riesgo de perderlotodo.

A principios de julio se levantó la veda, pero estos acuicultores no tienen garantías ni respaldode las autoridades. Están solos frente a las mareas rojas que, en cuestión de días, puedenacabar con un año de trabajo o más, como en Bahía Tortugas, un pueblo pesquero a 600kilómetros al norte de San Buto. Aquí, un florecimiento algal dejó inhabilitado el cuerpo deagua por cuatro años debido a su alto nivel de toxicidad.

Basta con un simple vistazo a la comunidad para saber que su principal actividad económicaes la pesca. Las casas alineadas con lanchas estacionadas afuera y la piel oscura de loslugareños dan cuenta de una vida construida de experiencias con el mar.

Jorge Luis Aguilar Romero, pescador y buzo por más de tres lustros, recordó que hace 10 años el agua de la bahía se tiñó de café cuando la manta de microalgas tóxicas se estancó enese sitiocostero. También se perdió el cultivo de ostión de todo un año por la falta de oxígenoen el agua; las mermas económicasfueron incalculables.

“Hasta cuatro años tuvimos que detener el cultivo de ostión. Cada seis meses iban a hacermuestreos para ver si el agua ya estaba limpia de ese microbio. No nos pudimos recuperar yse cerró el cultivo”, dijo. Dichos muestreos fueron realizados porinvestigadores y estudiantesdel Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR), institución que apoya a la COEPRIS en el monitoreo de mareas rojas. Los pescadores que estabanadheridos acooperativas siguieron trabajando en otras pesquerías, pero los independientes quedaron desamparados.

Al igual que el sector social de la pesca, el industrial ha tenido quebrantos por causassimilares. Por ejemplo,en Baja California, las vedas sanitarias impuestas en 2015 y 2017 enla Bahía de Los Ángeles por la presencia del algaGymnodinium catenatum, generadora deuna toxina paralizante, derivaron en la destrucción de 24 toneladas de almeja generosa queya se encontraban listas para su empaque y exportación, refirió Ernesto García Mendoza,coordinador de la Red Temática sobre Florecimientos Algales Nocivos (RedFAN),organismo creado en 2014 para contribuir al conocimiento científico de dicho fenómeno natural.

Uno de los mayores impactos económicos para la industria de la maricultura en México ocurrió en el verano de 2016, cuando un florecimiento algal llegó inadvertido a la zona decultivo de atún azul de la compañía Baja Aqua Farms en Baja California. En esta ocasión elagua no cambió de color; la señal de alerta fue el comportamiento errático de los túnidos quemurieron por asfixia después de que sus branquias fueron dañadas por la especie de microalgaChattonella sppque, por primera vez, tuvo una explosión en esa zona del Pacífico.

García Mendoza y otros especialistas del CICESE documentaron este hecho en un artículo que vincula la proliferación de esta microalga con las temperaturas anormalmente altas delos dos años previos del suceso. En ese entonces, el valor estimado de las pérdidas fue demás de 940 millones de pesos.

Nadie garantiza que la historia no se repetirá, pues tan solo en el Golfo de California, conocido como el “acuario del mundo” por su diversidad de especies marinas, se identificaron 36 tipos de microalgas formadoras de florecimientos algales nocivos entre 1980 y 2015.

García Mendoza precisó que estas cifras han ido cambiando conforme avanza la investigación científica y que, hasta el momento, no existe una base de datos oficial queconcentre la información actualizada.

El probable impacto económico que los florecimientos algales podrían tener en la pesca yacuicultura es incalculable. Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur aportaron el 57.5 por ciento de la producción pesquera nacional del 2015 al 2020. Aquí se captura camarón, atún, sardina, corvina, almeja, callo de hacha, erizo, jaiba y langosta, por mencionar algunas de las pesquerías principales, ya sea por extracción o por cultivo.

En estos cuatro estados del noroeste de México se implementaron 57 vedas sanitarias de enero de 2005 a marzo de 2021, de las cuales el 84 por cientocorresponde a los últimos seisaños, según datos proporcionados por la COFEPRIS mediante solicitudes de acceso a lainformación pública.

México ocupa el lugar 15 en el mundo en producción de recursos acuícolas y pesqueros, y seestima que para satisfacer su demanda interna en 2030, el país deberá aumentar en 14.1 porciento la producción anual.

Para los especialistas consultados, estas metas son complejas ante la precariedad en la queviven las comunidades pesqueras ribereñas, sumamente vulnerables a los vaiveneseconómicos y a las variaciones ambientales. Se calcula que México produce anualmente 1.47millones de toneladas en peso vivo, valuado en casi 42 mil millones de pesos de acuerdo alServicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), con datos de 2020.

El costo humano de un problema no atendido

Las microalgas son la base de la alimentación de especies marinas como el ostión, mejillón,callo de hacha y pata de mula, además de algunos crustáceos y caracoles. Estas especiesmarinas son capaces de almacenar temporalmente en sus cuerpos las biotoxinasde las algasy transferirlas al ser humano mediante su consumo.

Dichas toxinas pueden llegar a producir amnesia, parálisis, neurotoxicidad o diarrea. Loscasos graves han derivado en convulsiones, pérdida de la memoria, paro cardiaco orespiratorio, infarto al miocardio y hasta la muerte. La gama de síntomas de tipogastrointestinal o neurológico varía dependiendo de la toxina presente, su concentración y lacantidad que se ingirió.

Hasta el 2019, se registró un total de 269 personas intoxicadasen el país por consumo demariscos, de las cuales 20 murieron por síndrome paralítico, según las cifras reportadas eninvestigaciones de académicos del CIBNOR y CICESE. Pero en agosto de 2021, elcoordinador de la RedFAN informó que el número de decesos asociados a biotoxinas en lacosta del Pacífico mexicano era de 32 personas, basado en datos oficiales de las últimascuatro décadas.

Todas las muertes por intoxicación que se han reconocido oficialmente en México seatribuyen a toxinas que producen síndromes paralizantes. Y aunque en aguas nacionalestambién se han identificado toxinas que producen síntomas de tipo amnésico, neurotóxico yciguatera(intoxicación por consumo de peces), la información sobre su letalidad es prácticamente nula.

Los daños a la salud pública por florecimientos algales nocivos también se pueden presentarpor contacto directo con la piel o inhalación de los aerosoles quese desprenden de la brisa,pues algunas microalgas liberan sus toxinas al agua.

Dado que la sintomatología de intoxicación es similar a otras afecciones, es muy posible queexista un subregistro epidemiológico de estos casos, explicó la doctora Rosalba AlonsoRodríguez, titular del Laboratorio de Biotoxinas Marinas del Instituto de Ciencias del Mar yLimnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) enMazatlán, Sinaloa. Ante el riesgo, es importante mantener un monitoreo constante del aguay de la toxicidad de los recursos pesqueros que consume la población, agregó.

Sin embargo, la capacidad técnica de centros de investigación para identificar a las biotoxinasestá limitada porque se requieren estudios complejos y muy costosos, explicó por su parte ladoctora Lourdes Morquecho Escamilla, investigadora del CIBNOR. “Sí es una limitanteporque todavía hay mucho que estudiar con estos organismos”, dijo.

La COFEPRIS reconoció en una solicitud de transparencia que no cuenta con informacióndigital o impresa en sus archivos referente a las muertes porintoxicación paralítica pormariscosen México. Además, de las 57 vedas que implementó de 2005 a 2021, no detectaron ninguna toxina en 78 por ciento de las veces. En los eventos en que sí las identificaron, laespecie Gymnodinium catenatum fue la más presente.

Desde 2013 a la fecha COFEPRIS ha utilizado la definición técnica 3.14 de la Norma Oficial Mexicana NOM-242-SSA1-2009, que determina cuáles son las diferentes especies de algasgeneradoras de biotoxinas marinas para definir si es necesario iniciar un periodo de vedasanitaria. Esto activa medidas de seguridad consistentes en la prohibición temporal opermanente para captura, comercialización y consumo de productos de la pesca paraconsumo humano, con el objeto de proteger la salud dela población.

La dependencia tampoco respondió sobre cuánto presupuesto invierte en sus programas devedas sanitarias orientados a los florecimientos algales.

A seis años que se publicó el Plan de Contingencia para el Control de Biotoxinas Marinas, también se desconoce si ha dado los resultados esperados o si cuenta con la suficiente estructura presupuestaria, personal e infraestructura para su implementación a nivel nacional.

Es importante mencionar que en 2019 la COFEPRIS reconoció la importancia deponer en marcha el Programa Mexicano de Sanidad de Moluscos Bivalvos, tras la firma de unconvenio internacional de vigilancia sanitaria de productos pesqueros que se importan enEstados Unidos.

Hasta el momento, los informes técnicos anuales del programa mexicano y del plan de contingencia no están disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia.

La vida transcurre entre aguas contaminadas

En un rincón del Golfo de California, 14 mujeres encabezan una granja de ostiones en elEstero Morúa, en Puerto Peñasco, Sonora. La Cooperativa Única de Mujeres Ostioneras, fuefundada hace 39 años y actualmente es el sustento directo de 30 familias y de otras 100 quede forma indirecta están vinculadascon el proceso.

El cultivo de ostión es una actividad redituable para las cultivadoras de esta zona, sinembargo, los ciclos de producción habituales han sido modificados los últimos seis añosdebido a la presencia de florecimientos algales en los cuerpos de agua.

Lafalta decoordinación entre la COEPRIS y la COFEPRIS, así como de transparencia sobrelos resultados de monitoreos aplicados a cuerpos de agua con microalgas nocivas generadesconfianza entre pescadores a lo largo del Golfo de California. No hay claridad sobre loscriterios, no se sabe cuánto van a durar las vedas y si estas se aplican por igual tanto apequeñas cooperativas como grandes empresas

Mari Esther Tánori Zepeda, presidenta de la cooperativa, por ejemplo, narra que luchan cadaaño por mitigar losefectos adversos de las mareas rojas en su actividad económica. En 2019, perdieron el 70 por ciento de la siembra anual por una veda prolongada que afectó el periodode engorda para que el molusco sembrado alcanzara la talla comercial adecuada. Conformepasó el tiempo las larvas empezaron a descomponerse y dejaron de ser comestibles.

Sin trabajo y sin dinero, sus familias se alimentaron con los ostiones que la COFEPRIS lesimpidió comercializar, sin sufrir algún daño de salud, aseguró Tánori Zepeda.

También señaló que la COFEPRIS, al parecer, no aplica con la misma firmeza lasrestricciones sanitarias a las empresas pesqueras con las que comparten el mismo cuerpo deagua y que sí cuentan con los recursos para exportar su producto a Estados Unidos y Asia.

“Sí han llegado a vedar a otros, pero por 24 horas, 72 horas, y les dan luz verde para quesigan vendiendo, y a nosotras nos dan un mes”, lamentó Tánori.

Por su parte, el doctor José Jesús Bustillos Guzmán, investigador del CIBNOR, indicó quela costa donde está el estero es la que presenta mayor riesgo para la salud humana en Sonora.

“En la zona frente a Puerto Peñasco, en la región del alto Golfo de California, el fenómenode un florecimiento de Gymnodinium catenatumes recurrente año tras año”.

Testimonios recogidos en Sinaloa, Sonora, y las dos Baja Californias apuntan al mismosentido: el problema rebasa a las autoridades sanitarias desde hace tiempo.

Bustillos Guzmán explicó que existen políticas ambientales que indican la estructuración deplanes de monitoreo y vigilancia de la zona costera y aguas interiores bajo la dirección deentidades gubernamentales como la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), laSecretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la Secretaría de Marina(Semar) y la COFEPRIS, entre otras. “Es claro que no existe una coordinación entre ellos y,en muchos de los casos, estas acciones son duplicadas e, igualmente, por falta decoordinación, estas instituciones se ven rebasadas por la magnitud del fenómeno y porendees mal atendido”

Al respecto, uno de los retos más importantes en el control de las mareas rojas es la descargade residuos contaminantes al mar.

Estudios científicos han reafirmado que la afluencia de aguas residuales de origen urbano yagrícola aportan grandes cantidades de fósforo y nitrógeno al mar y favorecen lamultiplicación de las algas como si se tratara de un fertilizante. A este proceso se le conocecomo eutrofización.

En 2008, académicos y agencias de Estados Unidos emitieron un consenso científico a través del cual se reconoció que existe una relación entre laeutrofización y la proliferación de algasnocivas en el océano y aguas continentales.

Un ejemplo local que corrobora la evidencia científica se encuentra en Mazatlán, Sinaloa.Durante un monitoreo realizado en ese puerto de 1979 a 2014, por investigadores del ICMyL, se detectó que las mareas rojas fueron más intensas y duraderas cuando la planta tratadora de aguas negras de El Crestón, ubicada en la franja costera de dicha ciudad, registraba fallas odejaba de operar, informó la doctora Alonso Rodríguez.

El evento más prolongado ocurrió de febrero a mayo del 2000. Ese año, la planta dejó defuncionar porque se encontraba en remodelación y el drenaje sin tratamiento se descargó almar, aportando nitrógeno y fósforo a las algas. Esto coincidió con la entradade corrientes deagua helada a la bahía, que suelen ser más ricas en nutrientes. “Durante ese entonces la bahíallegó a estar cubierta por marea roja hasta en un 40 por ciento”, mencionó Alonso Rodríguez

En 35 años de monitoreo se registraron 202 florecimientos algales con la presencia de 25especies de microalgas, de las cuales seis son potencialmente tóxicas y cinco nocivas.

Además, los estudios del Laboratorio de Biotoxinas Marinas en el ICMyL de Mazatlánevidencian que la toxicidad de algunas especies también puede aumentar cuando hay undesequilibrio en la cantidad y composición del nitrógeno y fósforo en el agua. Por ejemplo,la especieGymnodinium catenatumcrece más cuando hay un exceso de nitrógeno y producemás toxinas cuando hay menos fósforo.

Alonso Rodríguez advirtió que la bahía de Mazatlán está recibiendo más nitrógeno y menosfósforo porque El Crestón retiene el fósforo y libera grandes cantidades de nitrógeno comoparte del proceso de tratamiento de aguas municipales, por lo que las autoridades responsables del saneamiento deberían considerar estos riesgos parala pesca y la salud humana.

Cabe señalar que los primeros estudios de florecimientos algales nocivos del Pacíficomexicano se realizaron justo en este puerto después de que 19 personas se intoxicaron y tresde ellas murieron por ingerir ostiones y almejas portadoras de toxinas durante una marea roja de Gymnodinium catenatum registrada en abril de 1979.

En todas las entrevistas realizadas con especialistas, se reconoció que el saneamiento deaguas negras es fundamental para prevenir el incremento de florecimientos algales nocivos,tanto en el mar como en los cuerpos de agua dulce. Pese a ello, la deficiencia en elsaneamiento aún es notoria en nuestro país.

Según datos proporcionados por la CONAGUA, de los 2 mil 471 municipios de México,sólo900 contaban con plantas de tratamiento en el 2020, pero no todas funcionaban y muy pocasrealizaban tratamiento secundario y mucho menos terciario, utilizados para reducir almáximo los contaminantes mediante procesos químicos y biológicos.

En diciembre de 2020, esa dependencia federal tenía un registro total de 4 mil 116 plantas detratamiento de las cuales 2 mil 786 se encontraban en operación, el resto estaban paradasporque los ayuntamientos no tenían suficiente capacidad económica para pagar el costo de laenergía eléctrica, darles mantenimiento o mejorarlas. La incapacidad técnica para operarlasy la falta de continuidad por cambios de gobierno, son otras de las razones.

La CONAGUA también reportó que hasta agosto de ese año se habíanlocalizado más de mil400 descargas directas al mar a lo largo de todo el litoral nacional de origen municipal,industrial y agrícola. Por otro lado, existe una gran cantidad de plantas de tratamiento deaguas residuales municipales que descargan en ríos que a su vez desembocan en la costa.

Las redes de saneamiento están a cargo de los municipios, responsables de brindar losservicios públicos de agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento ydisposición de lasaguas residuales. Hasta el 31 de diciembre de 2020, la cobertura en materia de tratamientode aguas residuales municipales fue de 67.2 por ciento anivel nacional, de acuerdo a dichadependencia.

Los sistemas lagunarios de Sinaloa, ubicados en otro punto del “acuario del mundo”, tambiénreciben descargas contaminantes. Es tan común, que para algunos pescadores ya no es novedad.

La ruta hacia el campo pesquero de Lázaro Cárdenas es un contraste de paisajes, se dejanatrás los campos verdes para entrar a caminos desérticos con pequeños cerros. El puebloindígena se ubica en la Bahía de Ohuira en el municipio de Ahome, Sinaloa.

Ohuira forma parte de un importante sistema lagunar ubicado en la zona noroeste de Sinaloa,dentro del Área de Protección de Flora y Fauna “Islas del Golfo de California”, un humedalde relevancia mundial que alberga el 84 por ciento de las aves acuáticasmigratoriasdistribuidas en México durante el invierno.

“Todos colaboramos con poquito, todos echamos cosas al mar, si no tiramos nosotros tiranotros”, dice Aladar Armenta Sepúlveda, quien se dedica a la pesca, como la mayoría de loshabitantes de Lázaro Cárdenas.

Las granjas camaronícolas de la zona descargan sus residuosen la laguna y los agroquímicosde las parcelas son arrastrados a través de los canales y de los escurrimientos pluviales.Incluso los pobladores se han quejado por la contaminaciónde aguas negras con la Junta deAgua Potable de Ahome. Todo esto lo sabe Armenta Sepúlveda pero prefiere normalizar.“No somos perfectos; de cualquier forma, todo está contaminado” comenta resignado.

Las conchas marinas y rocas comparten la playa con las bolsas de comida chatarra, envasesde plástico, unicel y algas verdes. Todo mimetizado. El agua es turbia y predomina un color café.

Desde una panga atracada en la bahía, los pescadores aún recuerdan la marea roja de 2017. Uno de ellos señala que el agua se miraba “poposa”. En ese entonces, la COFEPRIS dijohaber detectado unamicroalga tóxica para los humanos, el dinoflagelado del géneroAlexandrium, por ello se prohibió la extracción y comercialización de ostión, caracol, patasde mula, callo de hacha y almejas.

Los pescadores aseguran que ha sido la única veda sanitaria impuesta por la presencia demicroalgas tóxicas en la zona, aunque existen reportes científicos de florecimientos algales nocivos en ese lugar desde 2007, según refirió la investigadora del ICMyL de Mazatlán,Carolina Ruiz Fernández.

La especialista en geoquímica y geocronología descubrió que, a partir de la década de 1980,el nitrógeno y fósforo aumentaron considerablemente en la laguna costera Ohuira; elnitrógeno fue 10 veces más alto mientras que el fósforo fue 13.

Después de analizar los sedimentos acumulados en los últimos cien años, se encontró que lacausa principal de ese aumento es atribuible a la expansión de los terrenos agrícolas en elValle del Fuerte que se encuentra a unos 8 kilómetros de Ohuira, yal establecimiento degranjas de acuicultura en la bahía.

Este material sólido también incrementa la turbidez del agua, obstruye el paso de la luz ydisminuye el oxígeno hasta llegar a convertir al medio acuático en una “zona muerta temporal o permanente, en donde no hay condiciones para la vida acuática, advirtió RuizFernández.

Actualmente, la laguna recibe aguas residuales ya tratadas de la ciudad de Los Mochis, apoco más de 15 km de la laguna, así como de la mayoría de los poblados de todo el municipiode Ahome. Antes de 2005, la administración municipal vertía el drenaje directamente en la Bahía de Santa María, que se conecta con Ohuira, comprometiendo de manera severa elequilibrio en los ecosistemas marinos de la costa del municipio.

Este es un ejemplo de que las descargas de aguas residuales y agroquímicos también llegana humedales de importancia mundial, como los inscritos en la lista Ramsar, reconocidos porsu trascendencia ecológica y para la conservación de la biodiversidad. Ohuira fue incluida e n2009 en la lista, que alerta sobre una probable degradación en la calidad del agua y el paisajea causa de las grandes cantidades de descargas de aguas residuales, especialmente agrícolas,que existen hacia las zonas costeras.

A pesar de todo, el doctor Federico Paez Osuna, investigador del ICMyL de Mazatlán, considera que los sistemas lagunarios de Sinaloa conservan un estado aceptable de salud, gracias a que los manglares depuran el agua como si se tratara de un sistema de saneamiento biológico. Sin embargo, enfatiza que de continuar con los niveles actuales de contaminación, éstos podrían perder su capacidad de metabolizar las descargas contaminantes.

Por ello, la proyección de una planta productora de amoniaco—necesario para elaborarfertilizantes—en la Bahía de Topolobampo, a poco más de 13 km de Ohuira, prendió lasalarmas de las cooperativas pesqueras, grupos ciudadanos y ecológicos preocupados por laposible contaminación en el agua, una fuga de gas o una explosión.

El corporativo ha negado que esto pueda pasar, sin embargo, grupos ecologistas y lacomunidad indígena del campo pesquero Lázaro Cárdenas iniciaron diversos procesos deamparo para impedir su instalación. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió el 6de abril pasado, que se debe realizar una consulta sólo con los indígenas habitantes de lazona. En noviembre de 2021 una consulta social del gobierno federal había determinadocontinuar conla construcción de laplanta; el proceso jurídico aún continúa. La inversión de la planta asciende a más de 26 mil millones de pesos, derrama económica que escalaría hastallegara los 104 mil millones de pesos en 10 años, según la empresa GPO Gas y Petroquímica de Occidente.

La contaminación por agroquímicos como fertilizantes y plaguicidas utilizados de lasactividades agrícolas de la zona también preocupa a investigadores y activistas ambientales,porque estos contaminantes llegan a las bahías y campos pesqueros a través de las fuentessubterráneas de agua.

Esta contaminación se puede observar, por ejemplo, en el pueblo de Corerepe, que seencuentra en el municipio de Guasave. Envases vacíos de agroquímicos esparcidos entre las parcelas, un canal y una pequeña laguna, son parte de lo cotidiano. El canal que atraviesaeste basurero clandestino desemboca en la Bahía de Navachiste, que a su vez conecta con lossistemas lagunaresde Ohuira,Topolobampo y Santa María, todos considerados patrimoniosde la Humanidad y Reserva de la Biósfera de la UNESCO.

En México, Sinaloa es el quinto estado de importancia en volumen de producción agrícola yel tercero en concentrar más ganancias por esta actividad. Los municipios de Culiacán,Ahome y Guasave son los que másproducen en el noroeste del país.

Páez Osuna ha realizado monitoreos en las lagunas costeras del estado en los últimos 20 añosy ha detectado agroquímicos, algunos de los cuales no están permitidos por el gobiernomexicano. Los análisis también han arrojado compuestos tóxicos como mercurio, zinc, cobre,plomo y arsénico, así como fósforo y nitrógeno que alimentan a las microalgas

El origen apunta a los campos y granjas acuícolas, ranchos ganaderos y a las descargas deaguas residuales. Sin embargo, no existe un registro gubernamental de descargas. “No sesabe qué está llegando a las lagunas y ríos (…) estas descargas no se tratan, llegan directo ala zona costera”, señaló Páez Osuna.

Pero eso no es todo, la comunidad científica también ha estado estudiando la relación entreel cambio climático y la proliferación de las mareas rojas.

Cambio climático, el otro peligro

Los investigadores consultados para la elaboración de este reportaje estiman que un eventualincremento de ciclones podría ser un detonante porque la fuerza de sus vientos ejerce presiónsobre la masa de agua y remueve los sedimentos del fondo marino, en donde reposanmicroorganismos generadores de mareas rojas. Las tormentas y las corrientes marinastambién pueden dispersar especies de algas y nutrientes entre zonas costeras, mientras que laintensificación de las lluvias aumentará los escurrimientos terrestres al mar con nuevossuministros que nutren o “fertilizan” al fitoplancton.

Entre los cambios físicos del clima se prevén inundaciones en algunas regiones y sequíasseveras en otras, lo que podría provocar que más asentamientos utilicen el agua del mar paraconsumo humano. De ser así, los florecimientos algales nocivos podrían convertirse en una amenaza biológica, como ya ocurrió en Ensenada, Baja California en mayo del 2020, cuandouna marea roja tapó los filtros de la planta desaladora que surte de agua a la ciudad. Laproducción del vital líquido se redujo a la mitad por más de un mes, afectando a decenas decolonias

Aunque los florecimientos algales son un evento natural multifactorial y se necesitan másestudios para determinar el impacto del cambio climático en ellos, los países que sí hacenmonitoreos constantes de las mareas rojas han podido determinar que estas van en aumentoyque la composición de las especies de microalgas ha cambiado en algunas regiones delmundo.

En este contexto, los florecimientos algales también representan un riesgo latente para lascomunidades costeras, los habitantes de las ciudades del interior, lapesca y el turismo, porlo que urge comenzar a invertir en soluciones.

Un futuro incierto

En la Ciudad de México, a cientos de kilómetros del Golfo de California, un equipo decientíficos ha volcado su atención al estudio de las microalgas responsables de las mareasrojas.

El grupo del Laboratorio de Ficología Aplicada en la Universidad Autónoma Metropolitana(UAM) de Iztapalapa, liderado por doctora Mónica Rodríguez Palacio, está intentandogenerar sustancias naturales, extraídas de diversas especies de algas marinas y cebada, paradisipar los florecimientos algales y evitar que se prolonguen por más tiempo. Los experimentos que se han realizado en la institución han dado resultados positivos encondiciones artificiales controladas.

La doctora también señaló que las microalgas se podrían utilizar como materia prima en laelaboración de medicamentos para trastornos neuronales, adicciones y cáncer con las toxinasde algunas de las algas, así como la creación de combustibles o fertilizantes biológicos.

“Hay que hacer más investigación, ya no solo a escala laboratorio para poder aprovechar elflorecimiento algal que nos está dando la naturaleza y buscarle este uso”, señaló Rodríguez Palacio.

Sin embargo, la investigación aún está constreñida a las paredes de la institución y sigue lejosde estar lista para implementarse.

En paralelo, existe otro proyecto que podría dar resultados positivos en la prevención ymitigación de los efectos nocivos de las mareas rojas. En 2020, se aprobó el proyecto“Atención de la problemática asociada a florecimientos algales nocivos en Baja California:integracióndel conocimiento a necesidades socioambientales y económicas”. El objetivo esavanzar en el conocimiento científico de los florecimientos algales en México en unacolaboración entre centros de investigación como el CICESE, Universidad Autónoma deBaja California y el CICIMAR; empresas, organizaciones de la sociedad civil y dependenciasgubernamentales como COFEPRIS, Instituto Nacional de Pesca (INAPESCA) y la Secretaríade Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), entre otras.

La siguiente meta será crear el Programa Nacional de Investigación sobre FlorecimientosAlgales Nocivos, explicó García Mendoza de la RedFAN.

Por ahora, México aún carece de un sistema de alerta temprana que prevenga y mitigue losefectos de las mareas rojas. La falta de eficacia en los monitoreos del gobierno, depresupuesto y de una base de datos que concentre la información sobre la ocurrencia deflorecimientos algales e intoxicaciones en humanos, impiden dar ese paso.

Lo prioritario, para empezar, esatender las causas de la proliferación desmedida deflorecimientos algales, como las descargas de aguas residuales al mar y a los ríos quedesembocan en él. Los especialistas consultados consideran que también se deben creargrupos de trabajo interdisciplinarios entre gobierno e investigadores además de informar a lapoblación sobre las características y riesgos de los florecimientos algales.

Junto al establecimiento de un sistema de alerta temprana, resalta la necesidad deimplementar planes de manejo y seguimiento para especies pesqueras de importanciacomercial susceptibles a ser afectadas.

Mientras que la evidencia y los expertos indican que las mareas rojas seguirán aumentando globalmente, la vida de las personas y su derecho humano a un medio ambiente sano siguenen riesgo, al igual que el equilibrio de los ecosistemas costeros y marinos más productivosdel país.

Desde la sala de su casa en Puerto Peñasco, Sonora, Tánori, líder de la única cooperativa demujeres ostrícolas de esa entidad, lamenta el panorama poco alentador que han provocadolas vedas durante los últimos cinco años en Morúa, pero no se rinde. Para ella lo único queresta es “echarle ganas a la vida” y lograr ser autosuficiente con lo mucho o poco que elestero les pueda dar.

“Estamos muy contentas porque este año ha sido muy productivo para nosotras y por mediode esto tuvimos que emplear a más personas en la cooperativa. Estamos muy agradecidas con Dios, con la vida y con los ostiones también”, concluyó.

Este trabajo periodísticofue realizado gracias a la subvención de The InternationalWomen ́s Media Foundation, como parte del Programa Adelante.

Editora: Myriam Vidal Valero

Florecimientos de algales nocivos



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